lunes, 21 de noviembre de 2016

Aeterna

Hoy os quiero hablar de Aeterna, otra de mis Blythe literarias de la colección Hijos de Mary Shelley.

Aeterna es una muñeca basada en el relato del mismo nombre que María Zaragoza escribió para Hijos de Mary Shelley. En él podemos conocer a una mujer normal y corriente a la que la oportunidad de vivir para siempre, que normalmente nos parece tan atractiva a todos, termina poco a poco convirtiéndola en un monstruo. El relato lo podéis encontrar en Piedad y deseo. Otros hijos de la misma noche. Aeterna ya ha visitado el proyecto Diodati se mueve en Iruelas y el Festival Celsius 232 y pronto tendrá nuevos eventos de los que ya hablaremos. 


Aeterna es una fake Blythe a la que he dejado el pelo que traía porque me encanta. El Carving, maquillaje, ropa y complementos están hechos por mí, a excepción de las botas, y la copa, que se la robé a una vampirita de playmovil. Los chips de los ojos son los originales de la muñeca, menos estos moraditos de la foto, que son de Coolcat. Los pendientes son unos míos de plata que le quedan monísimos como podéis ver. Los colmillos están tallados en la propia boca de la muñeca, no pegados, y el cuerpo es de Licca. Espero que os guste. 


Os pongo esta foto, aunque no tenga mucha calidad, porque en ella se ve que, aparte del vestido, la capa y el bolso, debajo lleva unas enaguas semi transparentes y unos pololos largos, detalle que no puede verse en otras imágenes. 


 Nunca podría haber sospechado que las consecuencias de mis actos serían tan fatales. Uno nunca sabe cómo de terrible puede ser el destino cuando cumple tus deseos más profundos, tus ansias más ocultas. Mi rostro no ha cambiado un ápice desde entonces y sin embargo, en mi interior soy una anciana furiosa. Una bestia ennegrecida por el paso de los siglos y el rencor [...] 


[...] Al principio juro que no los odiaba. Me daban pena. Ellos envejecían, cedían a la decrepitud o a las enfermedades. Morían habiendo dejado todo por hacer. Había tantas cosas que hacer en el mundo que siempre quedaba algo, siempre había alguna cosa que a los seres humanos se les escapaba, algún placer que se perdían. Y yo podía hacerlo todo, lo tenía todo a mi disposición, el mundo a mis pies [...]


[...] Me convertiría en la peor pesadilla de aquellos que en algún momento me habían ansiado. Aquellos que habían quedado hipnotizados por mi imagen en tantas y tantas obras pictóricas [...]


[...] El rojo absoluto. Qué increíblemente sensual y tranquilizador es su sabor ferroso y caliente. Qué belleza en sus convulsiones de ser inferior al que envidio la capacidad de hacer aquello que, sin remedio, acaban haciendo: morir [...]

Espero que hayáis disfrutado a Aeterna, muy pronto volveré con otras muñecas literarias y muchas sorpresas más. 
 

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